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EL ORIGEN DE LA ALFARERíA, PINTURA DE GERARDO PETSAIN SHARUp, publicado en Yaúnchuk, el universo mítico de los huambisas, 1996

Mujer awajún y wampis de Amazonas

Publicado: 2015-02-27

El Día Internacional de la Mujer nos recuerda cada año la importancia de reflexionar sobre la condición de la mujer desde donde estemos y por donde caminamos. Si en la capital del Perú podemos observar la violencia familiar, la muerte de mujeres casi a diario, me pregunto cómo están marcando las estadísticas sobre la mujer de ese Perú profundo que Basadre llamó para situarnos en la brecha geográfica que separa a la Amazonía con la capital. En caso de las mujeres awajún y wampis son invisibles ante las radios locales -comandados por los varones-, que consideran que la violencia hacia la mujer es responsabilidad de la mujer, es más, si el esposo agrede a la mujer no es porque no la quiera sino porque la quiere corregir y “vivir feliz”.

La frase clásica que se escucha en todos los discursos o explicaciones de los caballeros wampis o awajun es que nunca pegan a sus esposas, “ayatek yapiñam awatmajai” -solo le he dado una bofetada en la cara-, afirman. Y si le preguntas por qué, siempre tienen explicación, porque hablaba y hablaba y no se callaba, porque le pegó a mi hijo (a), porque necesito corregirla, sino la quisiera no le diría nada, suelen decir, ¿qué pasaría si el sujeto dominante fuera mujer? ¿O si se procurara que el trato fuera horizontal? Incluso hay casos donde los padres consienten a sus yernos que corrija a su hija y que nunca la abandone, ¿qué voy a hacer con una hija madre soltera?, suelen preguntarse.

La pregunta que los wampis o awajún deben plantearse es, cuántos hijos deben tener para llevar una vida digna, para encaminarse a la vida plena, a tarimat pujut. En la actualidad la condición de ser wampis o awajun ya no es de hace 20 o 30 años, ya no se depende exclusivamente de la recolección, pesca y caza de animales o la ceremonia de tsantsa. Las familias ahora se esfuerzan por tener pisigranja, sembrar cacao, plátano a fin de contar con ingresos económicos y poder educar a sus hijos, y cubrir sus gastos de salud.

No hay que dejar de mencionar que existen familias awajuny wampis que viven sin violencia extrema en sus hogares. En Lima por ejemplo, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables evidencia los tipos de violencia que sufren las mujeres, eso no quiere decir que todas las mujeres están condenadas, pero existen un porcentaje alto que preocupa e indica que se debe mejorar, esa misma figura sucede en los awajún y wampis. No hay que ser especialistas ni antropólogos para darse cuenta que la mujer awajun o wampis está marginada en su propia comunidad y hasta en su hogar.

Una mujer sabia decía en forma irónica que a las mujeres le tratan como a los soldados, “de acuerdo pasan los años con su esposo van subiendo de rango porque les pegan menos y además si tiene hijos ellos la defienden”. Lo que nos revela es que dentro del pensamiento del pueblo, como la mujer se casa a temprana edad, va corrigiéndose de acuerdo va madurando con la orientación del esposo; además, la mujer que es golpeada por el esposo vive en esa misma condición hasta que crecen los hijos y evitan que el maltrato continúe. Acá quiero hacer un paréntesis para referirme a esa negación de la mujer de valorarse como mujeres. Si las madres wampis o awajun siguen enseñando a sus hijas que deben aprender o hacer todo lo que se les enseña no para valerse ellas como mujeres sino para agradar al marido el eslabón del sometimiento seguirá activo. Me baso en la práctica tradicional del matrimonio arreglado por los padres. Más allá de lo “bueno” que esto haya significado en la cultura, la mujer no escogía al marido, era sometida al deseo y la decisión del padre; esta práctica la rompieron ellas mismas, escapándose de ese sometimiento, tal vez los awajún o los wampis tradicionales podrían afirmar que se acrecentó la desobediencia, pero a mi entender toda decisión que se tome para resguardar el derecho a la elección y la dignidad como mujer y persona vale quebrantar mil reglas o leyes que la vida te impone.

La minga

El tema de reciprocidad se da pero en ciertas ocasiones. La minga es una celebración porque consiste en ayudar y disfrutar del masato y comida de la persona que invita. Pero ¿qué pasa cuando no hay masato, cuando no hay gallina que invitar o animales del monte que convidar? Simplemente no hay minga. Actualmente muchas mujeres no preparan masato, esto se debe a la influencia de la religión y otros aspectos, pero también al arduo trabajo que implica el proceso de preparación.

No falta alguien que diga, pero si las mujeres pueden solas porque no hacen chacra y preparan masato, es una frase tan absurda como decirle al varón awajun y wampis por qué si se sienten tan fuertes y valientes no procrean hijos solos. Actualmente, se escucha desde la voz del apu decir “nuka nuwa chichame, aishmanti tuu wekatainkait”, -eso es palabra de una mujer, el varón no anda hablando así-. Curiosa expresión, y de hecho desatinada y contradictoria con lo mucho que se valora a la Nunkui, la Madre Tierra, la base fundamental de la existencia de los pueblos indígenas. Los awajún y wampis, conciben que la palabra de la mujer carece de seriedad, no valoran y por tanto ellas también, aunque muy pocas, asumen que esa es la regla a seguir para una buena convivencia en la comunidad.

En un estudio titulado El Suicidio Adolescente en tres pueblos indígenas… refieren que el rol de la mujer basado en la garantía de la subsistencia familiar o pueblo fue respetado por los varones awajún. En el universo donde habitamos los humanos cada uno cumple un rol importante, pero ¿qué pasa cuando este rol no es valorado a nivel social o político económico y cultural en este mundo cambiante? Qué pasa cuando ese rol importante que cumples no te permite acceder o disfrutar de las oportunidades para crecer como mujer y como persona. Si bien es cierto, la complementariedad suena a un equilibrio casi perfecto, no hay tal equilibrio si el otro sujeto, a mi modesto entender, no puede dialogar del tú a tú con el otro. Siempre me he preguntado por qué no se puede pensar en la pamuk en vez de pensar en el pamuk., por qué el varón haya o no haya estudiado ocupa dentro del pensamiento awajún y wampis un lugar importante en la sociedad mientras que la mujer es vista con discriminación.

Por ejemplo, frente al problema que emerge por falta de la minga es que las personas que perciben un sueldo mensual, sean funcionarios del Estado o de cualquier otra entidad privada, tanto mujeres y varones contratan a los jóvenes con un pago de entre 25 a 30 soles diario para cualquier trabajo. Son mujeres que contratan a varones para abrir su chacra, sembrar, etc. Esto cambia el panorama de lo roles que cumplen cada sujeto en las comunidades wampis o awajun. Sin embargo, los padres de familia o las viudas que no cuentan con ingreso mensual hacen minga pero de manera limitada porque por el aumento de la población ya no hay animales cerca de las comunidades, se tiene que caminar un día o ir una semana fuera de la comunidad para poder encontrar carne del monte. La vida es difícil, afirman.

Estos factores obligan la migración de los jóvenes en su mayoría a las ciudades aledañas o a la capital del Perú. Evidentemente son mayoría varones quienes salen a la ciudad, sin embargo, se ha visto un buen porcentaje de mujeres que salen de la comunidad a las ciudades cercanas como Nieva, Bagua Chica, Bagua Grande, Chiclayo. También existe migración dentro de las comunidades, por ejemplo, los jóvenes de Río Santiago alto, que tienen familiares en Puerto Galilea, la capital del distrito, bajan para culminar su secundaria, para luego salir a la ciudad. En esta dinámica, las jovencitas salen embarazadas de algún compañero de estudios o del profesor antes de culminar su secundaria.

En este panorama pueden darse dos casos: el joven que embaraza a la mujer puede salir de la comunidad a la ciudad mientras que la mujer se queda y asume la responsabilidad, o simplemente ambos migran a la ciudad para buscar juntos un futuro sin la presión de los padres o familiares.

Definitivamente, la ciudad cambia a los sujetos indígenas, porque pueden quebrantar esa “complementariedad” y ese “rol” designado a cada sujeto. Se intercambian, se modulan, o como también puede darse el caso de que mantengan todos esos elementos mencionados. Los indígenas amazónicos refieren que “están olvidados por el gobierno”, y que por lo tanto se evidencia claramente el desarrollo de una comunidad cercana a la ciudad con una lejana que se encuentran en las fronteras. Aquellas fronteras donde los indígenas amazónicos, por considerarse guardianes de la Amazonía cuidan día a día sin esperar un sueldo al finalizar el mes. Es en esta línea donde se debate la visión de desarrollo propio de cada pueblo, un desafío grande que a mi entender está en romper esos roles y equilibrios, y pensar en un desarrollo que diga que la palabra de la mujer awajun y wampis sí vale.


Escrito por

CAAAP Centro Amazónico

El CAAAP fue creado en 1974 por los obispos de la selva para estar al servicio de los pueblos indígenas de la Amazonía.


Publicado en

Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica - CAAAP

Institución sin fines de lucro que trabaja al servicio de los pueblos indígenas amazónicos del Perú.